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La Asociación Española de Bioempresas (AseBio) ha publicado su encuesta del impacto de la COVID-19 sobre sus empresas socias, y el resultado es esperanzador. En la misma se señala que la mayoría de las empresas resumen el año 2020 como un año de nuevas oportunidades para crecer, y hacen un balance positivo de cara al futuro.
De esta forma, el 90 % de las compañías ha mantenido su actividad durante el estado de alarma y los meses que siguieron y no tuvo que reducir su plantilla. Además, la mitad de los encuestados han reorientado su actividad hacia la COVID-19 para dar respuesta, lo antes posible y a pesar de las dificultades para acceder a muestras biológicas al principio de la pandemia, a la emergencia sanitaria y siguen inmersos en esa carrera.
El acceso a financiación privada ha sido estable, según reflejan las respuestas de la encuesta de AseBio. Asimismo, cerca del 60 % de los encuestados no ha sufrido un impacto negativo en los ingresos y la mayoría tiene una visión positiva respecto a su facturación a largo plazo.
El 40 % restante sí ha sufrido impacto en sus ingresos y ha tenido dificultades para acceder a instrumentos de ayuda a la I+D. Además, los socios de AseBio no han salido indemnes de la crisis sanitaria que ha impactado fundamentalmente a los proyectos de investigación de las empresas.
El ritmo de desarrollo de los proyectos I+D y de los ensayos clínicos se ha visto bastante afectado, ya que más de la mitad (55 %) afirma que la emergencia sanitaria ha afectado al tiempo de realización y el 71 % asegura que la investigación clínica ha sufrido un impacto negativo. La COVID-19 ha hecho que el sistema sanitario se haya tenido que volcar en la pandemia y ha dificultado el normal desarrollo de ensayos clínicos en otras indicaciones. Casi el 60 % de los socios de AseBio reconocen, por ejemplo, que hubo retrasos en el reclutamiento de pacientes para sus ensayos.
La pandemia también ha obligado a las empresas a adaptar sus jornadas (70%) y a recurrir a formaciones en nuevas tecnologías digitales (40%) para hacer frente a las consecuencias de la pandemia. Tan solo un 9% ha tenido que recurrir a un ERTE.