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La Sociedad Española de Directivos de la Salud (SEDISA), con la colaboración de laFundación AstraZeneca, ha puesto en marcha la elaboración de un modelo asistencial para el seguimiento de los pacientes que han superado la fase aguda de la Covid-19 y sufren patologías o secuelas posteriores.
Para ello, el primer paso ha sido crear un grupo de trabajo multidisciplinar integrado por profesionales sanitarios especialistas en el abordaje de la Covid-19, miembros de doce sociedades científicas y líderes de opinión en el ámbito institucional y de la gestión sanitaria.
“Los sistemas deben adaptarse para atender a estos pacientes desde la calidad y la eficiencia, al mismo tiempo que estar pendientes de nuevos brotes y mantener la atención sanitaria no Covid-19”, explica Joaquín Estévez Lucas, presidente de Sedisa y Fundación Sedisa. “Es necesario establecer protocolos que ayuden a los profesionales sanitarios a facilitar esta atención y a las Organizaciones y Servicios Regionales de Salud a reorganizar y planificar necesidades y recursos para dar una respuesta eficiente a la situación en el medio y largo plazo”, añade.
Por su parte, Celia Cortijo, directora de la Fundación AstraZeneca, ha señalado que “la falta de un protocolo estandarizado común a todos los servicios regionales de salud es la razón por la que se ha puesto en marcha este proyecto. Desde la Fundación AstraZeneca, aspiramos a consolidar un Sistema Nacional de Salud más innovador, más sostenible y más participativo. Por ello, ofrecemos soluciones innovadoras como ésta, que contribuyen a la excelencia y eficiencia del sistema”.
El grupo de trabajo lo conforman más de 20 profesionales de áreas como la Administración pública, directivos de la salud y representantes de diferentes sociedades científicas y asociaciones de pacientes.
A pesar de que aún existe desconocimiento sobre la Covid-19 y sus consecuencias futuras para los pacientes, sí están siendo identificadas algunas patologías o secuelas comunes a los afectados. Entre las más frecuentes destacan las complicaciones respiratorias (fibrosis pulmonar secundaria o lesiones tromboembólicas pulmonares), cardiacas (miocarditis, vasculitis o necrosis de las células miocárdicas), neurológicas (ictus secundarios y microtrombos que producen alteraciones cognitivas), nefrológicas (fibrosis renal y potenciales microtrombos) o mentales (shock post-traumático generado por largas estancias en UCI, aislamiento o las incertidumbres en la evolución), apuntan desde la fundación.