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Existe un riesgo real de que el COVID-19 vuelva a provocar rebrotes en los centros de trabajo, y será responsabilidad de las empresas establecer mecanismos de control que les permitan detectar posibles contagios para frenar su propagación entre sus equipos. Así lo asegura la empresa española de biotecnología Eurofins Ingenasa, especializada en el desarrollo, fabricación y comercialización de pruebas diagnósticas.
A la hora de acometer estas medidas de control, que son independientes y complementarias a las recomendaciones de protección que ya están aplicando la inmensa mayoría de las organizaciones, Eurofins Ingenasa plantea dos objetivos: por un lado, detectar la aparición de empleados con sintomatología relacionada con la enfermedad, y por otro, detectar posibles variaciones en las tasas de anticuerpos entre la plantilla.
“Para detectar la presencia del virus, las medidas a adoptar pasarían por concienciar a los empleados de su responsabilidad de declarar y en ningún caso ocultar los síntomas, y control diario de temperatura en el acceso al centro de trabajo. Para el segundo objetivo es necesario llevar un seguimiento periódico de la situación inmune de toda la plantilla, registrarla y valorar su evolución. La combinación de todas ellas garantizará la detección de cualquier posible riesgo y la toma de las decisiones necesarias para su contención”, explica Belén Barreiro, directora general de Eurofins Ingenasa. “Para llevar a cabo este seguimiento es imprescindible la realización de pruebas diagnósticas, pero todavía existe mucha desinformación al respecto en nuestra sociedad, se habla de diferentes tipos de tests pero no se tiene claro para qué sirve cada uno. Poner luz sobre este tema es vital para no malgastar esfuerzos y seguir una estrategia realmente eficaz”, sostiene Barreiro.
En este sentido, la experta recuerda que los test PCR son “la única prueba 100 % determinante para certificar que alguien está contagiado en ese momento por el coronavirus, pues detectan la presencia del agente patógeno en el paciente mediante la recogida de una muestra de su garganta, y solo son aplicables mientras la persona muestra síntomas clínicos de la enfermedad”.
En cuanto a las metodologías para controlar la presencia del COVID-19 en las empresas, lo ideal, según Barreiro, sería realizar un PCR diario a todos sus empleados antes de acceder al centro de trabajo, pero admite que no es una opción realista. Por ello, una alternativa eficaz y menos costosa para las organizaciones sería realizar tests rápidos cada dos semanas al 100 % de la plantilla.
Una segunda opción, también muy utilizada en veterinaria y que permite economizar los recursos sin apenas perder eficacia, es la que se conoce como sample pooling. “Consiste en seleccionar grupos fijos de, por ejemplo, diez individuos (siempre los mismos) y mezclar sus muestras de suero para emitir un diagnóstico conjunto. Solo si la prueba sale positiva tendría sentido repetir los tests de forma individual”, apunta la experta.
Estos mecanismos de control han de ser coordinados por un profesional sanitario, por lo que las empresas pueden utilizar los servicios médicos propios de la organización, en el caso de haberlos, recurrir a médicos contratados expresamente para este fin, o contratar los servicios de laboratorios de análisis clínicos que cuenten con especialistas capaces de realizar estas pruebas.
Asimismo, se están desarrollando herramientas tecnológicas diseñadas específicamente para llevar a cabo este seguimiento en las empresas, que resultan de gran utilidad cuando estas cuentan con personal médico de soporte, ya que facilitan tanto los trámites burocráticos (prescripciones, validación de resultados, etc.) como de información (estudios de prevalencias, alertas, comunicaciones privadas con los empleados, etc.).