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Con este título la Fundación de Ciencias de la Salud y el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), con la colaboración de GSK, organizaron una jornada el 14 de enero para debatir sobre los riesgos que pueden afectar a la objetividad de un estudio científico.
La colaboración público-privada en investigación ha cambiado en los últimos años debido a la creciente inversión de la industria farmacéutica y del sector privado en la investigación biomédica, así como por la promulgación de Ley 14/2011 de la Ciencia, la Tecnología y la Innovación, que ha sentado las bases para la creación de nuevas normas que regulan dicha relación.
Esto ha provocado una mayor preocupación por los riesgos que pueden afectar a la objetividad del estudio, tal y como afirmó el patrono de la Fundación de Ciencias de la Salud y director general de CIC bioGUNE y CIC biomaGUNE, José María Mato, durante la jornada “Conflictos de Intereses en Investigación".
“El conflicto de intereses es cualquier situación donde las actuaciones profesionales o decisiones de un investigador, que pertenece a una institución académica, pudieran verse influenciadas por consideraciones de beneficio personal, que habitualmente son de índole económica, como resultado de tener intereses fuera de su ámbito de investigación”, explicó el profesor Mato durante su intervención. Para el patrono de la Fundación de Ciencias de la Salud se trata de un fenómeno común en el actual escenario de colaboración público-privada, pero no debe percibirse como algo estrictamente negativo, ya que un conflicto de intereses “se resuelve si los actores son conscientes de que existen soluciones al problema, como introducir a una tercera persona en la investigación o dejar la parte del análisis de resultados a otro investigador”.
La transparencia como elemento barrera
En este sentido, el vicepresidente adjunto de Transferencia de Conocimiento del CSIC, Ángel Caballero, defendió durante su ponencia la importante labor que desempeña “la transparencia como elemento barrera, ya que permite detectar el problema antes, incluso, de que aparezca y abordarlo de manera correcta si no ha sido así”. El doctor Caballero aseguró que el origen del problema, muchas veces está en “el desconocimiento por parte de los agentes que intervienen en la investigación, no siendo conscientes o no analizando en profundidad o incluso ignorando, que si se aceptan o se pactan determinadas condiciones o situaciones para el desarrollo de cualquier actividad profesional, se puede estar ante un potencial conflicto de intereses. Por eso es muy importante que sean conscientes de la necesidad de comunicar todas sus actividades a su institución”.
El CSIC y el Hospital Clínic de Barcelona son dos casos de éxito en el abordaje de los conflictos de intereses en investigación. En ambas instituciones, el comité ético desempeña un rol fundamental a pesar de que, en opinión del presidente del Comité Ético de Investigación Clínica y jefe del Servicio de Farmacología Clínica del Hospital Clínic de Barcelona, Xavier Carné, el Real Decreto 1090/2015, que establece la coordinación y supervisión de estos comités, les otorgue un papel muy limitado: “El término conflicto de intereses apenas aparece en dos ocasiones en esta norma”. Para el doctor Carné, un conflicto de intereses no se reduce a un tema económico y puede aparecer simplemente por una relación personal entre las partes involucradas.