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En su discurso de ingreso como académico numerario de la Real Academia de Farmacia de Cataluña, Antoni Esteve, consejero del grupo Esteve, ha destacado la necesidad de implementar un modelo de innovación abierta que facilite el intercambio de conocimiento, las colaboraciones público-privadas y las redes de excelencia.
“La obsesión por lanzar blockbusters, la tendencia de que las empresas estén dirigidas por profesionales alejados de la ciencia o la complejidad de disciplinas en el desarrollo de un nuevo medicamento han contribuido a complicar, aún más, la I+D”, aseguro Antoni Esteve. Ante este panorama, “es preciso adoptar nuevas estrategias alternativas de innovación, con las particularidades propias del sector y ligadas a las necesidades no cubiertas del pacientes y consumidor final. Se trata de innovar en la innovación, una filosofía que deberían tener las empresas de I+D”, añadió.
El quid de la cuestión está en romper con el modelo clásico de investigación y crear un entorno favorable para la I+D, es decir, auténticos ecosistemas de innovación que permitan cumplir una necesidad imprescindible: implementar la innovación abierta, un nuevo modelo que pasa por ir más allá de los recursos y conocimiento internos, por buscar colaboraciones con agentes externos que permitan generar valor en nuevos proyectos estratégicos de I+D y ser más eficientes y competitivos. Por su parte, la Administración debe jugar un papel impulsor y facilitador de la relación fluida entre los ámbitos académico, asistencial e industrial, articulando marcos estables, previsibles, modernos y comprometidos con la inversión en I+D: “Las políticas públicas de apoyo a la I+D y su transferencia son esenciales para la competitividad del país”, aseguró.
Un elemento decisivo para la implementación de la innovación abierta en la industria es la creación de redes de excelencia que engloben a los mejores científicos de cada disciplina, ya que “ninguna farmacéutica, ni la más grande, puede asumir el reto de tener en plantilla a los mejores científicos de todas las especialidades”.
Según Antoni Esteve, “el objetivo es incorporar el máximo talento a los proyectos empresariales y tener acceso a las grandes instalaciones y a las nuevas tecnologías que una empresa en solitario, con independencia de su volumen, no podría permitirse”. Esto conlleva un papel activo de las universidades, orientadas hacia la emprendeduría, con una investigación más dirigida a la demanda del sector productivo, y con una capacidad para crear compañías dentro de la universidad.