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Las vacunas intranasales pueden adoptar un papel importante como alternativa profiláctica para las enfermedades respiratorias y su diseminación. El estudio de la vía nasal ha puesto de manifiesto ventajas a nivel de inmunidad local, así como la diversidad en la formulación, dando lugar a un campo de investigación muy amplio.
La cavidad nasal presenta un volumen aproximado de 15 cm3 y una superficie de 150 cm2. Se encuentra dividida en el compartimento vestibular, respiratorio y olfatorio. Están formados por un epitelio, la membrana basal y la lámina propia; y recubiertos por la mucosa nasal. Esta capa presenta 2-4 mm de espesor, que deben atravesar los principios activos para llegar al epitelio. Esta última zona se encuentra muy irrigada e inervada, lo que nos permitirá un paso rápido a la circulación sistémica o atravesar la barrera hematoencefálica (BHE) [1].