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Todos somos conscientes de que la industria farmacéutica opera en un entorno ultrarregulado, en el que es primordial mantener la seguridad y la calidad de los productos. Los fabricantes invierten una cantidad considerable de recursos en procesos de validación para cumplir con los requisitos normativos. Una de las soluciones tecnológicas disponibles para llevar a cabo pruebas de garantía de calidad en el sector farmacéutico es la inspección de productos. Aunque muchos fabricantes confían en sistemas tales como la inspección por visión y la detección de metales, el uso de la inspección por rayos X está cobrando cada vez más aceptación como herramienta adicional para la garantía de calidad. Para comprender las ventajas de la inspección por rayos X, primero debemos analizar sus funcionalidades y luego refutar las ideas equivocadas. En este artículo, exploraremos por qué la inspección por rayos X debería ser un activo inestimable en la industria farmacéutica, ya que aporta a los fabricantes controles de calidad exhaustivos y exactos, al tiempo que disipa las inquietudes sobre su impacto en los productos.
La función principal de la inspección por rayos X es detectar contaminación por un amplio abanico de cuerpos extraños, entre los que se incluyen metales, vidrio, piedras minerales y plásticos de alta densidad. Al mismo tiempo, los sistemas de inspección por rayos X efectúan valiosos controles de calidad en la línea, entre los que se incluyen el recuento de componentes, la identificación de la ausencia o rotura de productos, el control de los niveles de llenado, la comprobación de la presencia de envases dañados y la detección de aglomerados como, por ejemplo, grumos de saborizantes y sustancias pulverulentas.