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Julián Romero es doctor en Farmacia por la Universidad Complutense de Madrid y licenciado en CC. Eclesiásticas (bachiller en Teología) por la Universidad Pontificia de Comillas. Actualmente es director del Grado en Farmacia y profesor titular en la Universidad Francisco de Vitoria, además de director del grupo de Investigación de Endocannabinoides y Neuroinflamación.
- Podría describirnos el trabajo del grupo de investigación de Endocannabinoides y Neuroinflamación que dirige?
Somos un grupo de investigadores formado por farmacéuticos, biotecnólogos y bioquímicos que estudiamos los mecanismos moleculares de la inflamación típica de la enfermedad de Alzheimer y que son regulados por el sistema endocannabinoide. Este sistema de neuromodulación participa en una amplísima variedad de procesos fisiopatológicos y, entre ellos, en la respuesta de las células de la glía cerebral frente a “agresiones” o la aparición de elementos extraños como son los depósitos de la proteína beta amiloide. Nuestro objetivo último es discernir si la regulación del sistema endocannabinoide puede dar lugar a nuevos tratamientos de esta terrible enfermedad.
- A la espera de tener una ley que regule el uso terapéutico del cannabis en España, ¿cuáles serán sus principales aplicaciones?
Hay varias áreas en las que se ha propuesto que el uso del cannabis podría llegar a tener un interés terapéutico. Entre ellas destacan el tratamiento del dolor en diversas enfermedades (neuropatías, fibromialgia, cáncer, esclerosis), la estimulación del apetito en pacientes sometidos a quimioterapia y otras indicaciones en las que ya se ha aprobado el uso de medicamentos basados en cannabinoides, tales como algunas formas de epilepsia.
- ¿Qué aportaciones medicinales tiene el cannabis que no tengan otros tratamientos existentes en el mercado?
El cannabis contiene una variedad de compuestos que le hacen ser una planta de gran interés científico y posible utilidad terapéutica. Destacan, en primer lugar, los cannabinoides y, entre ellos, los más abundantes en la planta (el THC y el cannabidiol), pero también otros compuestos, como los terpenos, que pueden contribuir a mejorar su perfil. La presencia de esta amplia variedad de compuestos confiere algunas propiedades al uso del cannabis que difieren del uso por separado de cada uno de ellos, lo cual es una observación apasionante e intrigante desde el punto de vista científico.
- Hasta ahora, el cannabis medicinal solo era utilizado en régimen hospitalario, pero con la nueva ley será más accesible ¿qué tipo de formación cree que van a necesitar médicos, farmacéuticos e incluso pacientes al respecto?
Creo que va a ser necesaria una formación exhaustiva, dada la expectación que levanta este tema y los abundantes prejuicios existentes (tanto positivos como negativos). Especialmente importante va a ser la formación de los médicos que prescriban cannabis, de modo que se garantice su conocimiento profundo de las propiedades de los cannabinoides y su interés real para determinado tipo de pacientes. En cualquier caso, considero que hay mucho ruido alrededor de este tema y eso dificulta tener una visión ponderada del mismo. El papel que va a desempeñar la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios va a ser crucial en este sentido.
- ¿Qué ventajas traerá la nueva ley para la investigación en cannabis?
Creo que la regulación de la investigación con productos derivados del cannabis no va a experimentar grandes variaciones, por lo que no parece, a priori, que vaya a introducir cambios significativos en el área de la investigación básica, por ejemplo. Como es obvio, si finalmente se autoriza su dispensación en oficinas de farmacia y su uso se extendiera en las indicaciones antes mencionadas, seguramente dispondremos de muchos más datos clínicos y epidemiológicos que serán valiosos a la hora de calibrar su impacto real como opción terapéutica.
- En sus investigaciones colaboran con otros países con distintas regulaciones ¿cómo afecta esto a la investigación? Una armonización en las leyes ¿favorecería su trabajo?
Sin duda. Nuestras colaboraciones incluyen grupos de investigación de Estados Unidos, Gran Bretaña o Israel, así como de otros países de la Unión Europea, tales como Italia o Alemania. Actualmente, la carga burocrática que implica la investigación en cannabis es elevada, lo que inevitablemente ralentiza y dificulta los avances en este terreno.