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Desde los primeros casos de COVID-19 hasta ahora, se ha logrado desarrollar en tiempo récord no una sino cinco vacunas. La suma de esfuerzos económicos, equipos de investigación implicados, y la reducción de los plazos de evaluación de las Agencias Sanitarias han facilitado este logro. A continuación, exploramos las claves de este proceso.
Desde la notificación de los primeros casos de una neumonía causada por un virus desconocido en China hasta el día de hoy, se ha logrado, en apenas un año, un auténtico hito [1]: desarrollar en tiempo récord no una vacuna, sino cinco -sin contar aquellas vacunas o tratamientos que se encuentran bajo evaluación [2]-. Este hecho sin precedentes ha sido posible gracias a la suma de esfuerzos económicos, a la cantidad de equipos de investigación implicados y a la reducción de los plazos de evaluación por parte de las agencias sanitarias [1]. Otro factor clave ha sido disponer de una serie de conocimientos y tecnologías desarrolladas antes de la irrupción del nuevo coronavirus, entre los que destacan el uso de vacunas de plataforma o la investigación de patógenos prototipo con potencial pandémico [3].