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El análisis de las aguas industriales o urbanas como primer y último paso del proceso de depuración es especialmente relevante para identificar los contaminantes que ponen en peligro la salud.
Concretamente, las sustancias perfluoroalquiladas y polifluoradas, también conocidas como PFAS, son una familia de más de 4.700 productos químicos fabricados por el hombre alrededor de la década de los 40, que han tenido varias aplicaciones a lo largo de los años. Por ejemplo, se han utilizado en las espumas contra incendios, los revestimientos metálicos antiadherentes de las sartenes, los envases de papel para alimentos, las cremas y los cosméticos, los textiles para muebles y ropa de exterior, las pinturas y la fotografía, los cromados y los pesticidas. La estructura química de estas sustancias a base de cadenas de carbono hace que sean térmica y químicamente estables, además de resistentes a la degradación a altas temperaturas. Estas características hacen que los PFAS sean especialmente peligrosos porque persisten y se acumulan tanto en el medio ambiente como en el cuerpo humano, creando graves problemas de toxicidad, lo que les ha valido su designación como contaminantes preocupantes para la salud humana y la vida silvestre.