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La onicomicosis constituye un reto terapéutico debido a la problemática asociada y al número elevado de reinfecciones y resistencias a los tratamientos. Como consecuencia, se ha extendido el láser como alternativa en el manejo de la onicomicosis, aunque la evidencia sobre su eficacia y seguridad está aún por determinar.
El término onicomicosis proviene de las palabras griegas ónyx que significa uña y mikes que significa hongos [1]. Las onicomicosis son infecciones de las uñas producidas por hongos dermatofitos (60-80 % de los casos) entre los que destacan Trichophyton mentagrophytes y Trichopytun rubrum, levaduras como Candida albicans y mohos no dermatofitos [1–3].
El tratamiento habitual de la onicomicosis se basa en el uso de fármacos sistémicos o tópicos, el empleo de uno u otro dependerá de la gravedad de la infección: en onicomicosis severa (con afectación del más del 50% de la uña y en personas inmunodeprimidas) se utilizan fármacos sistémicos antifúngicos como la terbinafina, itraconazol y fluconazol; en infecciones moderadas o leves (en candidiasis, afectación menor al 50 % de la uña, como complemento a tratamiento sistémico o cuando el tratamiento sistémico está contraindicado) se emplean agentes tópicos como el ciclopirox y la amorolfina [4].