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La globalización, los importantes avances tecnológicos, la aparición de nuevas enfermedades y las graves amenazas que suponen el uso indebido y la liberación intencionada de agentes microbiológicos y toxinas han hecho necesaria la definición de directrices claras en materia de bioseguridad.
Unas técnicas microbiológicas apropiadas y el uso correcto del equipo de bioseguridad por personal bien adiestrado siguen siendo las barreras primarias y pilares fundamentales de la bioseguridad en el laboratorio. El correcto diseño de las instalaciones de bioseguridad constituye la barrera secundaria, al ofrecer el entorno apropiado para la manipulación segura de agentes patógenos.
Las directrices sobre bioseguridad son de obligado cumplimiento para todas aquellas instituciones, públicas o privadas, que trabajan con agentes biológicos, como centros de investigación, hospitales, universidades o la industria biotecnológica.
Existen distintas normativas sobre instalaciones de bioseguridad, tanto nacionales, como por ejemplo el R.D. 664/1997 “Guía Técnica para la evaluación y prevención de los riesgos relacionados con la exposición a agentes biológicos”, como internacionales, como por ejemplo la CDC 21-1112 “Biosafety in Microbiological and Biomedical Laboratories”. En el presente artículo nos vamos a centrar fundamentalmente en los requerimientos que establece la OMS, Organización Mundial de la Salud.