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El 2018 fue el año de la recuperación para el sector farmacéutico en el Perú, en cuanto a crecimiento. Además, se caracterizó por la presencia de retos vinculados a asegurar la calidad de los medicamentos y el acceso a la innovación por parte de los pacientes. Como un calco de ese año, se estima que para el año 2019 el crecimiento continúe siendo del 1,5%; pero, sobre todo, que los desafíos relacionados a los temas antes mencionados continúen demandando los esfuerzos no solo de las autoridades, sino de la industria farmacéutica en general.
Es importante reconocer los esfuerzos de las autoridades en cuanto a garantizar la calidad de los medicamentos en el Perú. Sin embargo, el panorama aún es muy retador. En este sentido, para contribuir con la adquisición de medicamentos seguros y eficaces será clave la priorización en la evaluación de los aspectos técnicos sobre los económicos. Para ello, es importante implementar espacios que permitan aclarar consultas técnicas y asegurar el recurso humano a cargo de evaluación, mejorando continuamente sus capacidades.
Además, se debe insistir en el impacto de la calidad de los medicamentos, no solo en la salud y el bienestar de los pacientes, sino en el propio sistema y sus recursos. El ahorro que pueda generar la compra de medicamentos poco eficaces no sería duradero y, por el contrario, aumentaría los gastos, ya que esta posible ineficacia podría provocar hospitalizaciones y la necesidad de establecer nuevos tratamientos.
Por otro lado, también es necesario promover la farmacovigilancia en pacientes y profesionales de la salud. Para ello, se debe implementar una plataforma que le permita al paciente informar de forma oportuna sobre las reacciones adversas de los medicamentos. Además, en el caso de los profesionales de la salud existe actualmente la Ley N° 26842, Ley General de Salud, que en su artículo 34 establece la obligatoriedad de reportar reacciones adversas. Sin embargo, hace falta mayor concientización sobre el tema.
La calidad de los medicamentos está ligada a la innovación, ya que esta implica la investigación y el desarrollo de aquellos fármacos eficientes y seguros a los que la población debería acceder. Por ello, es muy importante detenernos en la relevancia de la investigación clínica como parte de la innovación; ya que en los últimos años el número de estudios clínicos realizados en el país se ha reducido a menos de la mitad, limitando el acceso a terapias innovadoras, así como al intercambio de conocimiento y transferencia de tecnología que permite la actualización de los profesionales de la salud que desarrollan esta actividad.
La situación de los ensayos clínicos en el país estaría relacionada con las dificultades generadas por una normativa que tiende a ser rigurosa, así como al desconocimiento que existe en gran parte de la población sobre este tipo de investigaciones. Ante ello, es preciso promover campañas informativas que den cuenta de los beneficios de estos estudios y que señalen que estos no son exclusivos de países en desarrollo sino que, por el contrario, las naciones más desarrolladas tienen el mayor número de voluntarios.
Finalmente, tanto la innovación como la calidad de los medicamentos adquieren sentido solo con el acceso a los mismos por parte de la población. En este sentido, Perú tiene el reto de mejorar el abastecimiento de fármacos en 2019. En el sistema actual existe un alto porcentaje de establecimientos públicos de salud con un deficiente abastecimiento de medicamentos, 70 % según un estudio de la Dirección General de Medicamentos, Insumos y Drogas.
Además, se estima que el 57 % de los asegurados adquiere sus medicamentos en farmacias privadas, lo que a su vez ocasiona que el 42 % del gasto de bolsillo en salud se destine a la compra de los fármacos que no provee el Seguro Integral de Salud o EsSalud. Esta situación es crítica por la baja capacidad económica de gran parte de la población peruana. Para cambiar esta realidad, se requiere una mayor eficiencia de la gestión pública.
Sin duda, los retos del sector farmacéutico en el Perú no solo están limitados a variables económicas o de crecimiento; sino que estos están relacionados con una mirada global de los procesos y los roles de cada actor en la cadena de abastecimiento, de esta manera se puede contribuir en las áreas críticas y optimizar el uso de los recursos disponibles.