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Los medicamentos a base de proteínas y péptidos son una terapia actual para muchas enfermedades y el eje del futuro en la investigación farmacéutica. A pesar de su potencial terapéutico, estas moléculas se enfrentan a varios desafíos durante su manipulación y formulación. Esta revisión aborda algunas de las estrategias utilizadas para mitigar los obstáculos asociados a la administración de estos péptidos y proteínas terapéuticas.
Los medicamentos de origen proteico constituyen una clase terapéutica emergente que está revolucionando el mercado farmacéutico. Desde la primera insulina recombinante humana comercializada en 1982, hasta la actualidad, hay más de 268 proteínas y péptidos terapéuticos aprobados para su uso clínico por las diferentes agencias. Otros 1.200 candidatos están en desarrollo, de los cuales, alrededor del 50% se encuentran en estudios preclínicos y otro 33% en ensayos clínicos [1, 2]. Además de la cantidad de productos aprobados, un indicador clave es el número de “blockbusters” (medicamentos con ventas de más de 1.000 millones de dólares por año desde su lanzamiento) [3]. En el 2012, los diez blockbusters de medicamentos proteicos representaron el 71% de los ingresos mundiales generados frente al 7% del 2001[4]. En la actualidad, se estima que el mercado global de fármacos para proteínas y péptidos supera los 174.700 millones de dólares, lo que representa alrededor del 20% del mercado farmacéutico global [5].