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Un producto cosmético debe ser seguro en su uso, veraz en sus reivindicaciones y, además, estable para que las dos características anteriores se mantengan durante el tiempo de su utilización.
Diremos que un producto cosmético es seguro cuando esté libre de todo peligro, daño o riesgo en su utilización. Consideramos que es veraz en sus reivindicaciones cuando se cumplen las características y/o funciones que le son atribuidas.