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En este artículo el autor nos habla del origen de las tertulias en las reboticas de las farmacias de España, presentes hasta entrado el siglo XX, destacando la importancia de las mismas como valor añadido al carácter humanitario que siempre ha tenido la profesión farmacéutica
Tertuliano, Quintus Septimus Tertullianus, ha dado nombre a un género de reunión que se ha acreditado en todos los lugares y en todas las culturas, la tertulia. Este autor, nacido en Cartago en el siglo II, escritor prolífico y apologista, y según nos ha llegado muy dado a la polémica y a la defensa feroz de sus posiciones, vivió unos tiempos turbios en el mundo teológico, y no siempre se movió dentro de las coordenadas que en cada época se han considerado ortodoxas, pero marcó una línea en la teología latina hasta el punto de que es considerado uno de los padres de la Iglesia occidental. Pero estos deslices, que hoy incluso en algunos aspectos podríamos calificarlos de proféticos, han conducido a que no podamos contarlo entre los santos, a pesar de que sus actitudes y sus méritos lo sitúen cerca de la escucha de la voz del Altísimo. Pero su nombre y su influencia no solo han marcado el espacio teológico, sino que su denominación como sustantivo nos ha sido dado como prototipo de cenáculo, con certeza muy diverso, que ha contribuido a definir un grupo cultural útil para dinamizar las iniciativas más variadas que podamos imaginar. Diferentes autores, con distintas teorías, han querido justificar cómo y porqué su nombre nos ha quedado como paradigma de estas reuniones que llamamos tertulias, pero quizás, como se dice entre nosotros “el nom no fa la cosa”.