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Este artículo pone de manifiesto los beneficios del uso de modelos animales de carácter preclínico, considerándolos una herramienta indispensable no solo para la investigación en principios de biología del cáncer sino para el desarrollo y validación de nuevas moléculas con potencial de fármacos y ensayos de respuesta a los mismos.
Mucho camino se ha recorrido desde los experimentos clásicos realizados en 1922 por Banting y Best en perros diabéticos [1], gracias a los cuales se descubrió la insulina y por los que sus autores recibieron el Premio Nobel de Medicina y Fisiología. A la insulina le siguieron otros logros, como vacunas, transfusiones, analgésicos, anestesias y trasplantes alcanzados gracias a la experimentación con animales. En la actualidad, podríamos decir que el desarrollo de nuevos medicamentos está estrechamente vinculado a la experimentación preclínica en modelos animales.