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La regulación europea que define el desarrollo y comercialización de los productos cosméticos hace un énfasis especial en la necesidad de demostrar la efectividad de los productos cosméticos, en un entorno en el que, debido a la prohibición de uso de modelos experimentales animales, sólo es posible el estudio en modelos alternativos (in silico, in vitro, en cultivo, etc.) o en voluntarios sanos. Dentro de los métodos alternativos, la utilización de los modelos celulares adquiere cada vez más importancia por los grandes avances que se producen en la comprensión de los complejos procesos moleculares que regulan y controlan el devenir de la célula, individualmente y dentro de los tejidos.
Podemos leer en la Guideline for the Evaluation of the Efficacy of Cosmetic Products de COLIPA [1] que la búsqueda de evidencias que permitan apoyar las reivindicaciones de efectividad cosmética han de formar parte integral del desarrollo del producto cosmético, y no solo como apoyo a la comunicación de la efectividad del producto. En el mismo documento, describe los tipos de estudios disponibles, tanto sobre voluntarios humanos como los ensayos ex vivo e in vitro. En los estudios ex vivo, muestras de material humano (cabello, muestras superficiales de piel -tape strips-, microflora dérmica…) son analizados en el laboratorio. Los estudios in vitro son aquellos realizados en el laboratorio en medios artificiales, y comprenden todo tipo de análisis instrumentales en fracciones celulares o tisulares, así como en cultivos celulares.