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Tanto si se trata de jeringas precargadas como de cartuchos, ampollas o viales, los envases en el ámbito farmacéutico son, en su mayoría, de vidrio, y, por tanto, frágiles. Una rotura del envase durante el proceso de dosificación y empaquetado genera retrasos en producción, o pueden producirse fisuras en el vidrio, que obligan a descartar los envases afectados. Por ello es importante tomar las medidas en producción para evitar, en lo posible, tanto rotura como la aparición de fisuras en el vidrio. Actualmente no se consideran criterios de rechazo únicamente las fisuras y roturas, sino que los daños en la superficie del vidrio, tales como arañazos y marcas, están también en la mira de los fabricantes farmacéuticos. El transporte individualizado proporciona una solución inteligente para un proceso cuidadoso
Es evidente que no se pueden aceptar fisuras en una jeringa o en una ampolla. No es raro que este tipo de daños haya obligado a la retirada de lotes completos, al no poder descartar la contaminación del producto. ¿Pero hasta qué punto se arriesga la calidad del producto a causa de un arañazo o un defecto en el vidrio? “El envasado perfecto pone de manifiesto el valor del contenido”, comenta Werner Wieland, jefe del departamento de diseño técnico de la empresa Bausch + Ströbel, fabricante de maquinaria farmacéutica. Esto se puede observar no solo en la industria farmacéutica, sino también en otros campos.