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Los productos falsificados están presentes en todos los ámbitos de la vida cotidiana. Los falsificadores tienen puesta la mira cada vez más en el sector farmacéutico, una tendencia peligrosa que puede tener consecuencias fatales. Todos los que participamos dentro de la cadena de suministro podemos contribuir a aumentar la seguridad, desde los productores de principios activos farmacéuticos (API por sus siglas en inglés) pasando por los fabricantes de embalajes y los constructores de equipos y maquinaria.
Se calcula que hasta el 10% de los productos farmacéuticos existentes son falsificaciones, y en muchos casos, son responsables de enfermedades graves o incluso de muertes. Por ejemplo, la heparina falsificada, un fármaco empleado especialmente como anticoagulante, causó la muerte a 81 personas y ocasionó cientos de casos de reacciones alérgicas en los EE. UU. durante la primera mitad de 20081.
Un medicamento se considera falsificado cuando se introduce en el mercado como un medicamento autorizado eludiendo los canales oficiales. En tales casos, las falsificaciones pueden contener el principio activo incorrecto o el principio activo correcto en cantidades incorrectas. En el mejor de los casos el medicamento "sólo" es inefectivo. Pero en el peor de los casos su ingesta o inoculación puede tener consecuencias fatales. Los falsificadores no sólo fabrican imitaciones de medicamentos sujetos a receta médica, sino también de productos de referencia y de productos de venta sin receta, genéricos y medicamentos tradicionales.